miércoles, 13 de enero de 2010

¿Qué quieres de tapa?


He alquilado una habitación en un piso de estudiantes precioso, luminoso, cuya zona me gusta bastante -hay cientos de bares de tapeo, una librería enfrente, una tienda de dulces y bollos, ummm, y la puerta de entrada está junto a una coqueta placeta, así mea la perra más cerca- y estoy francamente contenta.
Eso no significa que haya dejado el Home Sweet Home, ahora tengo piso en la Vega, piso en el campo, piso en la playa, y piso en la ciudad. Ya sólo me falta uno en la Sierra y otro en la Luna, aunque me temo que el único de mi pertenencia es éste último.

Medidos los pros y contras de semejante hazaña realizada por ésta que suscribe, decidí que era la mejor opción para afrontar la dichosa agorafobia de la que soy impresa. Y digo impresa, porque alguien me la editó tiempo ha. Y no diré más, ya que como me conozco, al final daré la dire de este blog y acabará enterándose el autor de mis fobias.

Desestimado por el momento lo de coger el coche, el autobús se alarga como un cienpies empecinado en enroscarse más sobre sí, obviando que el tiempo lo conducen los minutos y que éstos no son ajenos a los segundos, y a su vez las calles acampan a sus anchas cada vez más laberínticas y segmentarias de tal modo, que como si se tratase de un caracol, el autobús transita sobre sus propias ruedas las mismas calles varias veces y sin dejar huella, además.

Dadas así las cosas, me he visto en la obligación de vivir en la ciudad -por aquello de no pasar el día girando sobre mi misma en un autobús que se retranquea porque le sale de sus llantas y del mismísimo carburador- y alquilar una habitación en un piso de estudiantes.

El tema pinta bien después de todo.
Os seguiré contando.

¡Hasta otra!


Capitana Beatrice

Hubo un tiempo que...


Hola a todos,

Hola a todos en el caso de que alguien me lea, claro.
Escribir sin saber si alguien te leerá, me da una especie de alas, de cosquilleos aleteados en el diafragma que he de reconocer me encanta. Me siento más libre, más relajada, y toda presión blogosocial se ausenta por las esquinas de este receptáculo llamado ordenador.
Frente a la pantalla, soltando adrenalina a golpe de tecla, me descubro como alguien inquieta, a quién le cuesta pasar a la acción debido al gran batiburrillo que se alza entre mis neuronas pretendiendo hacer la tortilla sin previa batida del huevo.
Y éso no puede ser. Hay que ser ordenada, metódica, coherente, blablabla... gilipolleces.

Creo en el instinto creativo, como punto de inflexión, en el arrojo, en el impulso sostenido en la idea preconcebida -eso siempre- y, hasta ahora me han dado resultado esas agujetas que se calzan encima del ombligo cuando el afán creativo se apodera de mí.

Pues eso, como iba diciendo y como nadie me lee -cuando quiero ser leída posteo en otros blogs más conocidos- la inquietud es un arma de doble filo. Por una parte consigue que los latidos del corazón se conviertan en acordes melodiosos cuando una idea entusiasma y por otra dispersa la atención en tantos sentidos como agujas de reloj decimonónico estropeado por el cuco atrofiado y que no cesa de asomarse a la palestra dando tanto por saco como por cu**, por cucu, por cucuuu.

Siguiendo con la segunda idea -o tal vez es la principal, qué más da- me gusta no ser leída en ocasiones. Sé que es una tremenda incoherencia ejecutar esa afirmación y escribirla en un blog. Me consta, pero aún no he acabado lo que quería expresar.
Me gusta no saber si alguien me leerá, sobre todo que no habrá ningún tipo de compromiso blogoriano si lo hacen, y me gusta echar un pulso a mi capacidad de emprender de nuevo desde cero nuevas travesías.

¿Quién llegará esta vez?
¿Alguien me dejará un comentario porque sí, sin más, porque tope con esta bitácora y algo llame su atención?
¿Volvería a escribir con plena libertad?

En ocasiones hay personas que relegan el papel protagonista de sus propias vidas para elevarse como unos meros espectadores de la vida ajena, supongo que en un acto inconsciente de trasvase emocional demasiado duro y complejo para ser admitido en primera persona. Pero nosotros no somos títeres de feria -nosotros los que decidimos contar las cosas tal y como discurren en nuestra vida o en nuestra imaginación- nosotros escribimos cualquier cosa que se nos ocurre, y ese día el estado de ánimo puede afectar tanto al receptor como al emisor, y nada más. Punto y pelota. En cualquier caso: ¡Sálvese el que pueda!

En líneas generales, no puedo quejarme, mi trayectoria por blogueland ha sido satisfactoria, positiva, sana, productiva, edificante. Pero siempre hay un pero, y ése me frena, y no me hace ni puta gracia. En fin, todos habremos cometido errores parecidos en algún momento.

Ya está. No toco más el asunto.
¡Hasta otra!

Capitana Beatrice



Manos a la Obra

"No se intentaría hacer nada si antes se tuvieran que superar todas las objeciones posibles".
Paula F. Eagle

"Mi vida no tiene propósito, ni dirección, ni finalidad, ni significado, y a pesar de todo soy feliz.
No lo puedo comprender.
¿Qué estaré haciendo bien?
Charles M. Schulz

Pintando bucles de teclas con letras

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